lunes, 12 de septiembre de 2011

El servidor público

La prensa, la televisión y en buena medida la credulidad de todos, ha hecho que se haya pervertido el sentido correcto de lo que un político en democracia debiera ser. Ha pasado de servidor público a ser una especie de reyezuelo al que debemos todas las señales de sumisión: Ilustrísimo, Excelentísimo u Honorable hemos de titular a aquellos que aprovechándose del sistema medran en muchas ocasiones gracias a los expolios del erario público o como mínimo haciendo lo que desean en contra de la voluntad popular encajonada en un sistema que prácticamnete imposibilita el cambio. En el mejor de los casos su mérito consiste en cumplir con su obligación mejor o peor, como Ud. y como yo tratamos de hacer.
 Creo que Ilustrísimo lo demos reservar quizá para aquel que ha descubierto una vacuna y excelentísimo es mi vecino que me ayuda en caso de necesidad y en cuanto a la honorabilidad hay que ganarla y quién la tiene no necesita del título.
Todo esto viene al caso de que una vez elegidos para el mando, desde un alcalde a un presidente, empiezan a pensar que ellos han costeado la carretera o el puente o la escuela ya que los inflamos a cortar cintas y dar discursos, a salir en la foto y a atribuirse el mérito de lo que poco trabajo y menos dinero les ha costado.
Hay que empezar a poner al político en su lugar y desde luego empezar eliminando esos absurdos tratamientos que los encumbran, pero eso si, con mucha educación: Sr. Ministro y Don Fulano.

lunes, 18 de julio de 2011

Personalismo



Opino que no existe mayor mal en política que el personalismo. Aunque el concepto pueda ser confuso o mal usado estoy haciendo referencia a la permanencia en el poder de un individuo, debido a la fijación que parece tener todo ser humano con el poder, que se convierte en nefasto en cuanto hablamos de política. No hace falta ser un gran analista para darse cuenta que todos los males de la polñitica derivan de un ejercicio continuado del poder por parte de una persona que en numerosas ocasiones hace lo que sea preciso para seguir en su cargo.
Si miramos en la historia vemos como los efectos negativos de los mandatos continuados se producen en todos los regímenes: de derechas, de izquierdas, da igual fascismo que comunismo. También parece un proceso inevitable en democracia que sin embargo tiene también en ello la causa de su fracaso.
¿Qué ocurre con el ejercicio continuado de poder? Hasta ahora se ha constituido como la pura esencia de la democracia pero una estructura de partidos sin límite de mandato en la Secretaría General (o como se le llame en aquel partido concreto) genera redes de poder, redes de apoyos que deben ser pagados en forma de cargos, contratos, favores, etc., con lo que la corrupción está servida. Ser miembro de base y votar tienen escaso valor, todo se decide en la cúpula que queda cerrada en un entramado de relaciones.
¿La solución? Sencilla. Nadie puede estar en su cargo más de un mandato, es decir, para tener democracia real debe evitarse toda posibilidad de convertir los procesos políticos en un intercambio de favores porque ello perjudicará siempre a los gobernados por tanto los estatutos de cualquier partido que intente un cambio a la democracia real debe establecer este principio para en un futuro intentar generalizarlo en el sistema.
Quede claro que no estoy hablando únicamente de los cargos superiores del gobierno y los partidos sino de TODOS los cargos electos ya que la corruptela los alcanza a todos.